“La política actual consiste en la destrucción del que opina diferente”

Cantautores en peligro.

Serrat y Lluis Llach: un ejemplo del trato político al adversario.

Hace tiempo que venimos sufriendo los efectos de destrucción de la imagen pública del adversario político, como si fuera el único modo de ejercer la política en este país. Al zafarrancho se han ido sumando todos los políticos que aparecen en los medios, casi sin excepción.

Ya no se oyen discursos que propongan ideas nuevas, en positivo. Solamente hablan para criticar e intentar destruir la imagen del que opina diferente.

Este modo de describir las cosas, sitúa al ciudadano – espectador, frente a la decisión de tomar partido. Las etiquetas van que vuelan, se estampan etiquetazos unos a otros, constitucionalistas, independentistas, nacionalistas, no nacionalistas…no quiero seguir mentando este precario modo de expresar la realidad.

Un ejemplo digno de reflexión es lo que les ha ocurrido a Serrat y a Lluis Llach por acercarse a la política.

Los titulares demuestran cómo les están tratando a ambos en el bando contrario.

 

Es curioso que en los debates, los tertulianos comiencen utilizando el latiguillo “… respeto tu opinión” para a continuación soltar todo lo que llevan dentro, que demuestra que en realidad no respetan nada una opinión distinta de la suya.

Otro caso curioso de la política desde el Deporte es como la utilizan los periodistas dedicados al Deporte nacional, el futbol.  Reclaman a los profesionales del ramo, futbolistas y entrenadores, para que no manifiesten opiniones políticas, a la vez que para contarlo, estos mismos periodistas desarrollan una opinión crítica que representa la voz del medio que les paga, sin ningún amago de vergüenza por la traición a su código deontológico profesional.

No en vano, son series de éxito, las que enseñan y publicitan estas artes de destrucción pública del contrario: House of Cards, Borgen, Veep, incluso Juego de Tronos y sobre todo los Soprano, entre otras.

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Siento tristeza por el deterioro y degradación de la imagen pública de Serrat y de Llach, como de todas las victimas que han dejado la política por no poder resistir esta miserable forma de actuar.

La aportación que ambos artistas han realizado en toda su trayectoria, forma parte del patrimonio cultural musical de nuestro proceso cultural desde la dictadura franquista hasta la actualidad.

Destruir su imagen, solamente degrada nuestro legado cultural. Una sociedad que acepta estas formas de actuar de sus representantes políticos, no elige bien y por tanto no progresara su calidad democrática mediante la destrucción del contrario.